El don de la pobreza. Un misterio que nos vuelve ricos.


Primera Parte. Sencillez y austeridad. 

La pobreza, entendida como el despojamiento de riquezas o tesoros, esto no se logra si realmente hay riqueza material.
Este don viene dado por el Señor Jesús a quienes lo pidan, el deshacernos de cosas materiales nos llevará pronto a aborrecer los pecados obviamente mortales y por tanto veniales. 
La enfermedad es un elemento fundamental que contribuye a la pobreza interior, la mortificación al ego personal que nos hace vernos inútiles para sostenerse por sí solos, nos ayuda a valorar lo importante y no lo material.
Teresa de Jesús nos enseña, que por mucho que nos esforcemos por muy buena intención que tengamos, este don viene de Dios,  es un regalo de Dios, en el caso de ella explica que el don de la Oración es una dádiva, no algo logrado por sí sola, así mismo opera el don de la pobreza.
Es el mismo Dios que desea fervientemente dar este don. Sin embargo no es algo que el hombre desee, por naturaleza lo rechaza, por la influencia del mundo actual, niega tal condición. Es más existe una presión social para ir acumulando riquezas, y no solo acumularlas sino exhibirlas para vanagloria y satisfacción del ego. Pero aquí entra otro tipo de riqueza como es la riqueza de la Fama y del enriquecimiento de nuestra vanidad por el conocimiento y logros académicos.
La pobreza interior es una especie de eterno agradecimiento, ve todo como regalo del Señor, en cada instante agradece por pequeñas cosas.

¿Como nos damos cuenta que ha iniciado este don?  En cada persona se manifiesta de forma diferente. He iniciado a escribir este camino que hasta ahora me he dado cuenta que ha querido mi Señor que yo recorriera, ha sido toda una batalla campal donde se ha confrontado mi ego, y mi alma donde una jala para un lado y la otra en sentido opuesto. Sean estas letras de gran beneficio a muchas personas que empiezan a sentir ese gozo d la austeridad.
El Señor me ha dado el discernimiento de distinguir entre pobreza, sencillez y austeridad. todas virtudes que ayudan al alma a buscar con mas corazón las cosas del altisimo.
Asi empezare por la austeridad que no entiendan como miseria, o precariedad esa austeridad es un primer paso a la pobreza.
En mis años de niña y adolescente vivían una vida de lujos, de abundancia, de casa grande, patios inmensos, de cinco carros en casa, de muchos empleados en casa, asi creci en la comodisima vida que dignamente mis padres me dieron. Ellos de origen muy pobres. 
Mi padre terrenal me enseño al igual que mi madre la austeridad, a tomar solo lo necesario, a no ostentar, a compartir, a satisfacer solo las necesidades verdaderas. Al principio cuando no tienes cercanía con tu prójimo con los necesitados, eso te parece incomprensible y gracias a la bondad del Señor estudié en colegio religioso y la compasión por el prójimo te enseña el camino de la austeridad. Recuerdo una profecía que se había dado en la comunidad ecumenica Ciudad de Dios, que el Señor advertía del peligro que se avecinaba para Nicaragua y es que los nicaragüenses no estaban preparados para la abundancia sino para la pobreza. Esa profecía fue certera, muchos laicos que estaban en grupos de oración se salieron para hacer negocios, asi por tanto no aguantaron la tentación del dinero. Al haber paz y estabilidad todos deslumbrados por la prosperidad que se aproximaba se ocuparon al cien por ciento a hacer dinero. Abrieron negocios, se fueron del país para ganar mejor,  este apetito abrió otros pecados, la envidia, la lujuria y la vanidad, llevándonos a la soberbia y el orgullo ingredientes claves para subir la levadura del ego. 
Muchos abandonaron al Señor porque ya no tenían tiempo para Dios, esa profecía se me quedo grabada en mi interior. 
La sencillez es buscar en todo lo simple, lo recto, sin complicaciones asi va de la mano la austeridad esa sencillez en el vestir, en el actuar, en el pensar, es no buscar lo enredado, o lo protocolario, una sencillez que se caracteriza por lo simple, permite no buscar al jactancioso , al engreído ni los engreídos, ni la pomposidad, ni las excentricidades, ni la ostentación discriminada. Muchas veces eso llama la atención a nuestro ego, para estar allí fingiendo tener poder, posición, o estatus alto. La persona sencilla gusta de amistades sencillas, de transparencia de gente de buen trato sin exageraciones ni protocolos innecesarios. 
El señor ha propiciado en ciertas almas circunstancias para hallar felicidad en estas virtudes y que poco a poco se hace un estilo de vida interior. 


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