Estudio interesante sobre homosexualidad.
Factores causantes de la
homosexualidad y curación. Los orígenes de las inclinaciones y los
comportamientos homosexuales
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Por Richard Fitzgibbons, M.D.
Introducción
En mi experiencia clínica de los
últimos 20 años, he sido testigo de la curación del dolor emocional que
causaba la homosexualidad en varios cientos de hombres y mujeres. Su proceso
de curación ocurrió, primero, a través de una psicoterapia que identificaba
los orígenes de sus conflictos, y luego, por medio del perdón.
Los orígenes de la homosexualidad
Los conflictos más comunes que
predisponen a las personas hacia la homosexualidad son:
Durante los períodos de tensión,
estas dificultades internas se activan. Entonces pueden surgir fuertes
tentaciones homosexuales en un intento por encontrar alivio o un escape al
dolor emocional inconsciente. Esta dinámica de dolor emocional que puede llevar
a la homosexualidad rara vez se manifiesta durante la infancia, pero
normalmente se revela al principio de la adolescencia.
Veamos a continuación con más
detalle cada uno de estos factores causantes de la homosexualidad que hemos
mencionado:
1. Soledad y tristeza
En el pasado, la causa que con más
frecuencia se veía de la tristeza que conduce a la homosexualidad en los
muchachos era el rechazo, durante la infancia y la adolescencia, por parte de
sus compañeros, con motivo de sus limitadas aptitudes atléticas. En más del
70% de los varones homosexuales que he tratado, el mayor problema que se
identifica en la fase de entendimiento del tratamiento es una débil identidad
masculina. Esta inseguridad es, la mayoría de las veces, el resultado de un
continuo rechazo de compañeros y ocasionalmente del padre por causa de las
limitaciones atléticas. Sin embargo, por razón de lo que se verá a
continuación, trataremos esta causa un poco más adelante.
La segunda herida más común es la
de un padre emocionalmente distante, insensible y poco animador. Mientras que
generalmente hay poca resistencia a la hora de reconocer la herida de los
deportes, muchos hombres tienen una gran dificultad en admitir cuánto han
echado de menos emocionalmente a sus padres y lo muy heridos que se han
sentido cuando esas necesidades no fueron satisfechas. Tal resistencia se
puede superar en parte si el terapista comparte sus propias luchas a la hora
de afrontar las decepciones que tuvo con su padre.
Mientras que muchos hombres no han
recibido el ánimo y afecto físico de sus padres, y nunca han desarrollado
inclinaciones homosexuales, los particularmente vulnerables son aquellos que,
a causa de limitadas actitudes atléticas, tampoco fueron aceptados por sus
compañeros.
Más recientemente, el fracaso
matrimonial y familiar, con casi un 45% de niños y adolescentes que viven
separados de sus padres, ha producido serios problemas de tristeza y soledad
en la juventud, caracterizados muchos de ellos como "huérfanos con
padres vivos".
Estas dos áreas de trauma emocional
no están siendo identificadas en muchos varones porque los terapistas no
reconocen la poderosa influencia de los deportes y la relación con el padre
en la formación de la identidad masculina. Por diversas razones ninguno de
estos temas tan importantes aparecen en los escritos de psicología.
Cuando no se satisface la necesidad
de cariño, aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla un
vacío interior comúnmente llamado "hambre de padre". En un intento
por superar este dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el
confort de ser abrazados por otro hombre. En mi experiencia clínica he
observado que mientras más temprano es el abandono paterno, mayor es la
posibilidad de que se desarrollen tentaciones homosexuales.
La desconfianza hacia las personas
del sexo opuesto es otra causa común de la homosexualidad. A menudo, esto es
el resultado de las heridas en la infancia y en la adolescencia de un padre
excesivamente controlador, dependiente, intensamente egoísta, emocionalmente
distante o manipulador, ausente, adicto o que no funcionaba como padre/madre.
También, un trauma de adulto puede resultar en un gran miedo a ser herido por
las personas del sexo opuesto.
También, en algunos chicos
especialmente sensibles, un continuo maltrato por parte de sus hermanos
mayores produce una soledad interior que puede llevarlos a sentir
inclinaciones homosexuales.
La falta de cariño, afecto y ánimo
de una madre también puede producir un vacío y una terrible tristeza. Algunas
chicas intentan llenar ese vacío del amor materno dulce y consolador por
medio del comportamiento homosexual. Esta "soledad sin madre" no se
observa tan a menudo como la "soledad sin padre", porque las madres
generalmente tienen mucha más libertad a la hora de comunicar su amor y su
ánimo a los hijos que la que tienen los padres.
En la fase de entendimiento, las
mujeres identifican las heridas más comunes que surgen y las predisponen a la
homosexualidad como la desconfianza hacia un amor masculino causado por un trauma
que tuvieron con un padre o con otros hombres y por una falta de afirmación
por parte de sus madres. A diferencia de los hombres, el rechazo por parte de
sus compañeras en la infancia y en la adolescencia rara vez causa la
homosexualidad femenina.
Sue era la más joven de tres hijos,
y tenía cuatro años cuando su madre los dejó. Vio a su madre
intermitentemente durante su infancia, pero nunca sintió intimidad con ella.
Sue salió con muchachos varias veces en el Instituto, pero cuando tenía
alrededor de 20 años se involucró en relaciones homosexuales. Comenzó a
tratarse con psicoterapia para resolver la tristeza y el enfado que sentía
hacia su madre. Conforme su entendimiento del problema crecía, se dio cuenta
de que ninguno de los chicos con los que había salido podía proporcionarle el
afecto que la niña pequeña en su interior ansiaba de su madre. Durante un
tiempo el afecto de sus novias le consolaba. Sin embargo, estas relaciones no
la satisfacían tampoco. Poco a poco Sue vio que la niña pequeña que llevaba
dentro necesitaba curarse del dolor de esa "soledad sin madre"
antes de que pudiera tener una relación adulta de amor estable y sin
relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Algunos adultos que se sienten muy
frustrados y solos porque todavía no han encontrado la persona correcta para
casarse caen en un comportamiento homosexual en su intento de aliviar esa
soledad. Algunas personas casadas cometen actos homosexuales como resultado
de la tensión y soledad en su matrimonio. También, la tristeza y la soledad
que se siente después de un serio fracaso matrimonial puede resultar en una
conducta homosexual, porque estas personas tienen miedo de volverse
vulnerables ante alguien del sexo opuesto. En mi trabajo he visto este tipo
de conducta ocurrir más frecuentemente en las mujeres.
Como la soledad es una de las
experiencias más dolorosas de la vida, se gastan enormes cantidades de
energía inconscientemente en un intento de negar la presencia de ese dolor
tan debilitante. Como resultado, muchas personas ni siquiera saben que están
luchando contra esa profunda herida emocional. Frecuentemente tienen miedo de
afrontarla, en parte porque no creen que se pueda curar. Ninguna cantidad de
amor de otros adultos puede compensar lo que no se recibió de su padre, madre,
hermanos y amigos de la infancia o adolescencia. Muchos hombres y mujeres con
estas dolorosas heridas emocionales de soledad y tristeza prefieren creer que
son homosexuales para no enfrentarse con su terrible situación interior.
El fracaso de cualquier relación
adulta, a la hora de llenar el vacío de la soledad infantil y adolescente, es
la mayor causa de la extraordinaria promiscuidad en el estilo de vida
homosexual, y por eso algunos estudios arrojan un promedio de 60 compañeros/as
sexuales al año. Inconscientemente, estas personas no buscan un compromiso
estable, porque sienten que ningún adulto puede satisfacer al niño y
adolescente interior. Tal proceder compulsivo, patológico y peligroso para la
salud apoya la idea de que la homosexualidad es un serio desorden emocional,
mental y conductual.
Por supuesto, los conflictos de
soledad y tristeza se pueden manifestar de muchas formas aparte de un
comportamiento sexual, como, por ejemplo, las actuaciones infantiles de
dependencia, una constante necesidad de atención y afecto, una excesiva
fantasía sexual, masturbación compulsiva, atracción hacia los adolescentes,
dependencia en la pornografía, comportamiento narcisista, agotamiento y
síntomas de depresión.
2. Profundos sentimientos de ser
inadecuado y falta de autoaceptación
La homosexualidad también puede ser
el resultado de fuertes sentimientos de inseguridad. La desconfianza en sí
mismo se suscita por el rechazo de padres, compañeros, hermanos u otras
personas significativas en las cuales se ha depositado la confianza. En un
intento inconsciente de deshacer una historia de rechazos, la persona busca
reafirmarse y ser aceptado por miembros del mismo sexo. En mi experiencia
clínica este doloroso conflicto emocional se observa mucho más frecuentemente
en hombres que en mujeres.
La autoestima se basa
principalmente en la aceptación de un modelo de conducta en la primera
infancia, el niño de su padre y la niña de su madre. Todo niño pequeño añora
recibir la aceptación, al apoyo y el ánimo de su padre, de esta forma
establece un sentido positivo y un grado de bienestar consigo mismo. Aunque
el amor de una madre es esencial para los niños, no es tan importante como el
amor y la afirmación del padre para la formación de una sana identidad
masculina. La falta de reacciones positivas de un padre produce una seria
debilidad en la imagen masculina y una falta de autoaceptación. Muchos de los
que sufren inclinaciones homosexuales crecieron de niños pensando que nunca
podrían agradar a sus padres.
Los hermanos mayores también juegan
un papel importante en la formación de una positiva identidad masculina en la
infancia. Los rechazos en estas relaciones pueden producir un serio
debilitamiento de la autoestima masculina.
Sin embargo, las desilusiones más
comunes de la vida infantil que producen inclinaciones homosexuales son el
resultado de los rechazos por parte de amigos a causa de una deficiente
coordinación psicomotriz y atlética. Esta es una limitación especialmente dura
de tener en una cultura obsesionada hasta tal punto con el éxito deportivo
que se llega a considerar ese éxito como el indicador principal de la
masculinidad. Los niños que no son buenos atletas son a menudo víctimas del
rechazo y del ridículo. Frecuentemente les dan apelativos femeninos y les
llegan a decir que corren o juegan como una niña. A medida que estos rechazos
continúan año tras año, estos chicos se sienten cada vez más inadecuados,
confusos, solos y débiles. El maltrato de los compañeros produce en ellos una
imagen muy deficiente de su cuerpo y de su masculinidad. La angustia de estos
chicos puede llegar a ser tan dañina que puede hasta anular los beneficios
psicológicos de una positiva relación con su padre. Para muchos de estos
chicos, las inclinaciones homosexuales comienzan en el sexto o séptimo grado.
La inclinación es siempre hacia adolescentes fuertes y atléticos.
En los 50 y 60, se realizó un
estudio en Nueva York de 500 varones que se consideraban homosexuales. El
estudio reveló que más del 90% de ellos tenía problemas de coordinación
atlética y que de pequeños fueron objeto de humillación por parte de sus
compañeros. Muchos contaron que no sólo se sentían fracasados como varones
porque no eran buenos en el deporte o porque no les gustaba, sino que también
sentían que desilusionaban a sus padres, quienes -- en su opinión --
esperaban que fueran buenos atletas. La falta de interés por los deportes
interfería en la relación y unión íntima entre padre e hijo.
La necesidad de ser aceptado por
otros varones es esencial para el desarrollo de una positiva identidad
masculina y es anterior al nivel de desarrollo adolescente. Si la
autoaceptación no ocurre por medio de la afirmación de otros compañeros,
raramente podrá un muchacho sentirse atraído hacia las muchachas.
Lou era un estudiante universitario
muy bueno. Sin embargo su inclinaciones homosexuales comenzaron cuando tenía
13 años, no tenía la menor idea de la influencia que había ejercido sobre él
el constante rechazo que había sufrido por parte de sus compañeros durante la
infancia y la adolescencia. Sus compañeros a menudo le ponían apodos
femeninos porque, según ellos, lanzaba la pelota como una niña. Durante
varios años Lou intentó vivir como un homosexual. Más tarde, buscó ayuda psicológica
porque sentía repugnancia hacia muchos aspectos de ese estilo de vida,
especialmente hacia la promiscuidad tan extrema y el abuso de sustancias.
Hace varios años, en la conferencia
nacional del grupo Courage ("Coraje") -- grupo que ofrece ayuda para
las personas homosexuales para que vivan castamente -- pude confirmar la
influencia que tienen los rechazos de los compañeros en el desarrollo de los
deseos homosexuales. Después de una charla sobre los orígenes de la
homosexualidad y sobre la curación de la soledad y el enojo en aquellos que
estaban afectados por este desorden, toda la hora siguiente la ocuparon las
historias personales de hombres cuyas identidades masculinas fueron heridas y
los diferentes tipos de comportamientos sexuales relacionados con el rechazo
durante la infancia y la adolescencia por causa de la falta de habilidad
deportiva. Estos hombres compartieron con la audiencia que los rechazos de
sus compañeros jugaron un papel mucho más importante en el desarrollo de sus
impulsos homosexuales que las heridas causadas por una mala relación con sus
padres.
Los conflictos básicos de una baja
autestima se manifiestan de diferentes maneras en los varones que tienen
inclinaciones homosexuales. Entre estos conflictos se encuentran: una
atracción obsesiva hacia hombres atléticos y musculosos; una necesidad
excesiva de actuar de forma agresiva; una necesidad compulsiva de aumentar la
musculatura; y un profundo sentimiento de no ser amados.
3. Desconfianza y miedo
Otro factor importante en el desarrollo
de la homosexualidad es el miedo a ser vulnerable en las relaciones
heterosexuales. Esta incapacidad de sentirse seguro amando a alguien del sexo
opuesto es usualmente inconsciente y la mayoría de las veces tiene su origen
en experiencias traumáticas en el hogar.
En el caso de los varones, puede
ser la consecuencia de haber tenido una madre demasiado controladora,
excesivamente dependiente, enfadada y crítica, poco afectiva y fría,
narcisista e insensible, muy desconfiada, adicta o enferma.
En el caso de las chicas, el miedo
de confiar en cualquier varón en una relación amorosa puede surgir de haber
tenido un padre muy enfadadizo, rechazador y distante, insensible hacia su
madre, abusivo, duro, egoísta, adicto o falto de afecto. Actualmente, el abandono
de un padre a causa del divorcio es una de las mayores fuentes de
desconfianza que muchas chicas experimentan hacia los chicos. Estas chicas
desarrollan una fobia inconsciente de ser heridas como vieron que lo fueron
sus madres. Como resultado, durante un tiempo se sienten seguras sólo con el
amor consolador de otra mujer.
Diane era una joven arquitecta cuyo
padre era un enojado alcohólico. Había presenciado durante años el maltrato
físico y psicológico que su padre le había infligido a su madre. En los
comienzos de su adolescencia, a Diane le atraían los chicos e incluso salió
con ellos. Pero en la universidad se encontró mucho más a gusto con otras
chicas y acabó por darse cuenta de que tenía mucho miedo de ser herida como
su madre, si se comprometía con un hombre. A Diane no le satisfacían sus
relaciones homosexuales. Durante la terapia, reconoció que su padre
controlaba sus relaciones con los muchachos y decidió actuar resueltamente
para romper ese dominio paterno sobre sus relaciones de amistad con los
hombres.
La madre de Pete era una mujer muy
sarcástica que había tenido un padre alcohólico. Rara vez Pete vio a su madre
mostrar afecto hacia el padre de él, al contrario, a menudo lo criticaba
mucho. Pete acabó por entender que la necesidad compulsiva de su madre de
controlar las cosas en casa venía del miedo que ella había experimentado en
su propia familia como resultado del caos que acompañaba a un padre bebedor.
Pero para Pete el control de su madre era asfixiante y, como resultado, hizo
lo que pudo para distanciarla. Pero como ella era el fundamento para
relacionarse con otras mujeres, Pete no se sentía emocionalmente compatible
con las chicas que encontraba atractivas. Temía que si se volvía vulnerable
ante ellas, acabarían por ser tan insensibles como lo era su madre con él y
con su padre. Sus tentaciones homosexuales se desarrollaron por el miedo a
confiar en el amor femenino y, al mismo tiempo, por su necesidad de afecto
por parte de alguien en quien pudiera confiar.
La desconfianza también puede
desarrollarse como resultado de vivir en una casa con frecuentes conflictos y
peleas entre los padres. Como la relación entre los padres es el modelo para
un niño/a de lo que es una relación heterosexual, un matrimonio mermado por
el constante dolor y conflicto puede llevar a que el hijo o la hija
desarrolle un miedo de volverse vulnerable ante las personas del sexo
opuesto. Este miedo puede llevar a algunos a caer en una relación homosexual.
Una dinámica similar se presenta a veces después de un divorcio, cuando
muchos adultos tienen miedo de ser heridos por las personas del sexo opuesto
y se retraen en una relación homosexual. La epidemia de divorcios en nuestra
cultura actual está causando también un miedo muy grande entre los jóvenes
adultos de asumir el compromiso del matrimonio.
La desconfianza y el miedo a un
compromiso total, como lo es el matrimonio, son extremadamente comunes en los
que sufren inclinaciones homosexuales. La rampante promiscuidad sin fidelidad
a nadie de hoy en día es una de las manifestaciones más significativas del
miedo al compromiso. Según el Dr. William Foege, director de los Centros para
el Control de las Enfermedades o CDC (Centers for Disease Control) de EE.UU.,
la víctima promedio del SIDA ha tenido 60 compañeros sexuales durante el
último año.
El comportamiento sexual
compulsivo, muy peligroso para la salud y la vida de un gran porcentaje de
homosexuales puede indicar la presencia de un desorden adictivo en estas
personas. A pesar de que la categoría diagnóstica específica de adicción
sexual no ha sido oficialmente aceptada todavía en el campo de la salud
mental, existen programas clínicos en varios lugares de EE.UU. para el
tratamiento de las adicciones sexuales y también existe una revista dedicada
completamente a este tema.
La adicción sexual se parece al
desorden de abuso de sustancias en que las personas que la practican tienen
un comportamiento compulsivo y médicamente dañino. Estas personas también se
engañan poderosamente a sí mismas en cuanto al serio peligro que su
comportamiento entraña para la salud propia y para la de otros. Además,
muchos terapistas consideran que la adicción sexual, al igual que otras, es
el resultado de numerosos conflictos emocionales.
La opinión clínica de que el
comportamiento homosexual tiene mucho de adictivo ha recibido el apoyo de
numerosos estudios sobre el homosexualismo y también del hecho de que en años
recientes se ha estimado que la mitad de todos los hombres homosexuales de
Nueva York portan el virus del SIDA. La naturaleza adictiva de la conducta
homosexual también explica por qué las infecciones del virus del SIDA se han
cuadriplicado en San Francisco desde 1987.
Además de todo esto, el
comportamiento homosexual de muchas personas es frecuentemente precedido del
uso del alcohol y de drogas.
4. Narcisismo
El narcisismo o egoísmo es otro
factor principal de la homosexualidad. El narcisismo tiene varios aspectos
atrayentes, como el no tener que comprometerse con otra persona en el
matrimonio o no tener que darse completamente como padre. El narcisista
quiere permanecer infantilmente con obligaciones mínimas en sus relaciones
interpersonales y con pocas limitaciones en la búsqueda del placer. El
hedonismo caracteriza a muchos de los que practican la homosexualidad.
Otra seria manifestación del
narcisismo en la homosexualidad es el albergar pensamientos de grandeza. Esos
pensamientos hacen que la persona se crea muy superior a los demás y que es
tan especial y tan excepcional que se cree incluso inmune al virus del SIDA.
Todo esto explica por qué muchos homosexuales viven un modo de vida muy
peligroso para la salud y para la vida.
Anthony era un joven extremadamente
egoísta, y en eso se parecía mucho a su madre. Durante su niñez se sintió
privado de apoyo material y emocional, porque su madre gastaba la mayoría de
los modestos ingresos de la familia en ella misma. Recordaba, por ejemplo,
sentirse avergonzado de la ropa que usaba de pequeño. Como reacción a esas
privaciones, pensaba que la vida le debía mucho. Su mundo llegó a estar
completamente centrado en sí mismo. Creía que podía usar a la gente para
satisfacer su constante deseo de placer y no sentía ningún serio
remordimiento por el hecho de tener relaciones homosexuales con un promedio
de 60 a 100 compañeros al año.
5. Intentos de evadir un excesivo
sentido de responsabilidad
Algunos intentan escapar de
excesivas presiones y cargas practicando la homosexualidad, en la cual no hay
compromiso, obligaciones ni responsabilidad. Hay hombres casados que a veces
luchan contra una intensa inseguridad después de experimentar la tensión que
le causa un jefe negativo, una falta de éxito profesional o una ansiedad
arrolladora por cuestiones financieras. Entonces empiezan a ver a sus esposas
e hijos como cargas y dificultades. Practican la homosexualidad en un intento
de evadir la tensión y de sentirse más amados y especiales. Las ideas
perfeccionistas llevan a sentir una responsabilidad excesiva. Este conflicto
interfiere con la capacidad de estar tranquilo y de recibir el don del amor que
viene de la familia y de los amigos.
Jim era un hombre agradable, estaba
casado y tenía dos hijos. Disfrutaba de su trabajo; sin embargo, éste era muy
exigente y lleno de presiones. Su esposa Jean también tenía una carrera
ocupada y llena de tensión. Por las tardes, además de atender a sus hijos,
los dos les dedicaban tiempo a sus respectivas carreras. Como resultado,
pasaban poco tiempo juntos. Bajo esta tensión Jim empezó a visitar librerías
pornográficas cerca de su trabajo y allí se involucró en el homosexualismo.
Luego se sentía muy culpable por haber traicionado a su esposa y a sus hijos.
Cuando un marido está
emocionalmente distante o ausente de su familia, la esposa puede sentir una
intensa soledad y, como resultado, empieza a depender emocionalmente de un
hijo. A menudo hablará con él cosas y preocupaciones que normalmente
compartiría con su esposo. Mientras que la mayoría de los jóvenes disfruta a
nivel consciente de esta relación con sus madres, inconscientemente empiezan
a preocuparse excesivamente y a sentirse demasiado responsables por ellas.
Posteriormente pueden desarrollar inconscientemente una visión del amor
femenino como una carga agotadora.
Ralph era el mayor de tres hijos y
creció en un hogar en el que su padre tenía una gran dificultad en expresarle
amor a su familia. La necesidad de su padre de distanciarse de los demás era
a su vez el resultado del alcoholismo de sus padres. Las heridas en la
infancia de este hombre le hacían incapaz de darse a los demás porque se
sentía inseguro e intranquilo al relacionarse interpersonalmente en términos
de amor y cariño. A consecuencia de esto, la madre de Ralph era muy infeliz y
se divorció cuando Ralph tenía 12 años. Ralph recordaba sentirse el
hombrecito de la casa después del divorcio de sus padres. Sentía que tenía
que hacerse responsable de su madre y de sus hermanos menores. Cuando Ralph
tenía 13 años le gustó mucho una chica de su clase. Pero se sentía confundido
porque no sentía atracción física hacia ella. Continuó confuso por esto y,
aunque no quería sentirse atraído hacia los hombres, experimentó sus primeros
deseos homosexuales cuando tenía 15 años. Ralph comenzó la terapia cuando
tenía 25 años. Nunca había practicado la homosexualidad y esperaba poder
superar sus tentaciones homosexuales y casarse algún día. Al principio del
tratamiento, Ralph se dio cuenta de que se había sentido excesivamente
responsable por la felicidad de su madre durante muchos años y que esto había
constituido para él una gran carga. Esa presión le había causado un miedo
inconsciente de entrar en una relación profunda con una chica. Bajo la
presión de estos conflictos, las relaciones homosexuales le parecían
atrayentes por estar libres de excesiva responsabilidad. Su mayor
conocimiento de sus miedos a un compromiso de amor con una mujer le liberaron
y le llenaron de esperanza para el futuro.
6. Trauma sexual en la infancia
Un buen número de varones que
fueron violados o maltratados sexualmente en su infancia desarrollan una
confusión con respecto a su identidad masculina. Al igual que otras víctimas
de violación, piensan que de alguna manera causaron el abuso. Durante la
adolescencia, su relación con las muchachas está mermada por la vergüenza y
por la creencia de que ninguna chica podría amarles si conociera sus
experiencias sexuales.
7. Enfado excesivo
El tipo de enfado que más induce la
homosexualidad es el enfado consigo mismo. Como resultado de un continuo
rechazo por parte de sus compañeros, muchos niños adquieren un intenso
disgusto hacia sus propios cuerpos – piensan que éstos son débiles, poco
atractivos y poco masculinos. Se sienten tan incómodos con su físico que
pasan muchísimo tiempo fantasiando sobre cómo escapar de su cuerpo y entrar
en el cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son jóvenes
e inducir una fuerte atracción física hacia otros del mismo sexo.
La experiencia de ser sostenido y
abrazado por alguien del mismo sexo puede disminuir el sentido de
autorrechazo durante algún tiempo. Sin embargo, la incomodidad o el disgusto
hacia el propio cuerpo persiste, a pesar de la afirmación, afecto o actividad
homosexual. Esto ocurre porque el afecto en la adolescencia o después de ella
no puede deshacer el odio hacia uno mismo que se ha experimentado en la
infancia y en la adolescencia.
En muchos homosexuales, la conducta
autodestructiva, peligrosa, adictiva y sadomasoquista nace de un intenso
disgusto hacia uno mismo. El enfado consigo mismo también puede llevar al
varón a vestirse como una mujer. Finalmente, el colmo de la aversión hacia
uno mismo y hacia el propio cuerpo se puede observar en aquellos que se
someten a cirugía para cambiar de sexo.
Paul era sensible y muy tímido
debido a su pequeña estatura. Aunque no se sentía directamente rechazado por
sus compañeros, se sentía débil e inadecuado. Como no era físicamente fuerte,
pensaba que no podía practicar ningún deporte. A medida que aumentaba en él
el sentimiento de auto-aislamiento de sus compañeros, también aumentaba el
disgusto hacia su propio cuerpo. Le preocupaba mucho su apariencia física y
nunca se sentía cómodo quitándose la camisa en el vestuario de la escuela o
en la piscina en el verano. Antes de su adolescencia, Paul empezó a
obsesionarse con los cuerpos bien formados de sus amigos. A este pensamiento
obsesivo le siguieron fuertes sentimientos de atracción hacia esos muchachos
y luego deseos homosexuales. Cuando comenzó a practicar la homosexualidad en
la universidad, usualmente se imaginaba que asumía el cuerpo de sus
compañeros homosexuales y que se despertaba con un físico diferente. Sus
primeros encuentros homosexuales le produjeron un sentimiento muy superficial
de sentirse especial y de ser amado, pero no le daban una mayor
auto-aceptación. De hecho, a medida que caía en la promiscuidad se sentía
cada vez más incómodo consigo mismo, entonces decidió empezar a recibir
terapia.
En un grupo reducido de personas,
la homosexualidad se origina en una "necesidad" de rebelarse
fuertemente contra sus padres, su familia, sus compañeros, la cultura. La
conducta homosexual que es inducida por el enfado se observa en aquellos cuyos
padres del sexo opuesto eran extremadamente controladores, emocionalmente
insensibles, físicamente abusivos o profundamente narcisistas.
Al igual que a otra gente enfadada,
esa rebelión les produce cierto placer. A algunos de ellos les encanta que
sus madres sepan cómo su estilo de vida es el rechazo extremo de un amor
femenino o (en el caso de las lesbianas) como sus padres comprueban que no
sienten necesidad del amor masculino. El enfado excesivo también se
manifiesta en otros aspectos de la vida homosexual. El más notable es el
enfado agresivo-pasivo, que consiste en un silencioso desahogo de hostilidad
mientras se pretende no estar enfadado y se manifiesta en no informar al
compañero sexual de que se es portador del virus que causa del SIDA. Estas
personas a menudo sienten que porque ellos tienen que sufrir, otros también
deben hacerlo. Por último, se observa también un intenso enojo en los
homosexuales dentro de los medios de comunicación social, en la educación, en
la salud o en la política, cuando intentan obligar al resto de la sociedad a
que acepte la homosexualidad. A menudo sus métodos consisten en asaltar
directamente a la moral, a la familia y a las diferencias básicas entre el
hombre y la mujer.
La curación de las atracciones y los
comportamientos homosexuales
La curación de la homosexualidad
consiste en un proceso de descubrir con compasión las heridas emocionales del
pasado, resolver el enojo contra aquellos que las han causado a través de un
proceso de perdón, utilizar técnicas de conocimiento y de comportamiento y
admitir la impotencia ante el sufrimiento emocional.
Aunque cada uno de estos pasos es
importante, en mi experiencia clínica con cientos de adolescentes y jóvenes,
la clave de su recuperación ha sido el perdón. Ninguna medida de perspicacia,
amor y afirmación de otros adultos, de auto-determinación, de conocimiento o
comportamiento pueden resolver las heridas emocionales tan profundamente
grabadas que estas personas arrastran. A medida que las heridas emocionales
se curan, las inclinaciones y conductas homosexuales disminuyen y con el
tiempo desaparecen.
En cuanto al éxito de la
psicoterapia en el tratamiento de la homosexualidad, en 1962, Bieber informó
que hubo una tasa de curación del 27% basada en el psicoanálisis. Una
encuesta reciente de 285 psicoanalistas que trataron a 1.215 pacientes
homosexuales arrojó que el 23% cambió hacia la heterosexualidad. Estos
enfoques tradicionales de tratamiento no utilizaron un proceso de perdón para
resolver el resentimiento interior, la tristeza, la baja autoestima y la
desconfianza.
Sin embargo, yo he tenido la
experiencia de que cuando el perdón y la espiritualidad son partes esenciales
del tratamiento, la tasa de curación de la homosexualidad es cerca del 100%.
1. Entender
Cada vez más varones homosexuales
están recibiendo terapia por miedo al SIDA. Al principio, muchos de ellos se
resisten a reconocer que tienen heridas emocionales por miedo a afrontar ese
dolor debido a la influyente cultura actual que no admite la existencia de
conflictos emocionales relacionados con la homosexualidad. Sin embargo, la
mayoría de los que buscan un tratamiento están abiertos a la verdad y no se
niegan a explorar las decepciones que han sufrido en la vida. Su apertura
aumenta si el terapista muestra optimismo y confianza en la curación de las
heridas emocionales que han causado la homosexualidad.
La identificación y el
entendimiento de los conflictos emocionales en las diferentes etapas de la
vida son los primeros pasos en el proceso de recuperación. Las heridas ocurren
en su mayoría durante la infancia y la primera parte de la adolescencia y
surgen de decepciones con padres, hermanos y compañeros. Este dolor
normalmente se niega, pero vuelve a surgir con la máscara de tentaciones
homosexuales. Sin embargo, para algunos, las atracciones homosexuales puede
que no se manifiesten hasta después de los 20 ó 30 años. En esos casos, algún
trauma de la vida adulta suscita inconscientemente los traumas no resueltos
de la infancia y la adolescencia.
A medida que el proceso de
entendimiento progresa, ocurren una serie de cambios emocionales.
Inicialmente, muchos dicen que sienten alivio, felicidad y agradecimiento
porque por primera vez han sido capaces de identificar alguna causa de sus
actos y tentaciones homosexuales.
El dolor emocional puede
intensificarse por un tiempo a medida que la persona recuerda y revive
emocionalmente las heridas del pasado. A menudo esta es la primera vez que
siente en toda su profundidad el dolor emocional de la tristeza, la
inseguridad, la desconfianza y el enfado. Algunos pacientes pueden necesitar
el apoyo de medicamentos durante esta fase de la curación.
2. Perdonar
La resolución de un enojo excesivo
es esencial para la curación de varios desórdenes emocionales y adictivos,
así como para la curación de la homosexualidad. Las dolorosas decepciones
durante la infancia y la adolescencia producen un enfado muy fuerte, así como
tristeza, desconfianza y baja autoestima. No es posible resolver la soledad,
el miedo, el comportamiento compulsivo y la inseguridad sin eliminar primero
el pozo de resentimiento relacionado con estas emociones. Los rechazos de la
infancia por parte de los amigos y los padres llevan primero a la tristeza y
después al enojo. La emoción del enfado actúa entonces a modo de "cápsula"
de la tristeza en las diferentes etapas de la vida. Para desalojar la
tristeza, la cápsula de enojo tiene que romperse. Y esto sólo se logra por
medio del perdón, porque la sola expresión del enfado no libera en realidad a
nadie de un resentimiento o amargura interior.
Desafortunadamente, el campo de la
salud mental, todavía incipiente, se ha apoyado casi exclusivamente en la
expresión del enfado como el principal mecanismo para tratar esta poderosa
emoción. Aunque la expresión del enojo es importante a veces, cuando se usa
como único alivio para el enfado, tiene, sin embargo, un valor muy limitado,
porque unas meras palabras o comportamientos no pueden compensar por el
profundo resentimiento y amargura causados por dolorosas relaciones durante
la infancia y la adolescencia que se han negado a través del tiempo.
En el pasado, a los que buscaban
terapia para curar la homosexualidad rara vez se les invitaba a resolver los
sentimientos de hostilidad hacia el padre y los compañeros, ni tampoco se les
daba ningún consejo sobre el perdón. El no enfocar ni recomendar un
tratamiento efectivo para el enfado que estaba oculto es una razón
fundamental del por qué la terapia tradicional no producía más mejorías
clínicas significativas.
Después de analizar los rechazos
específicos de la infancia, la adolescencia y la vida adulta, se recomienda
un ejercicio de perdón para las relaciones de esas épocas de la vida. Al
principio del tratamiento y regularmente durante el mismo, se les informa a
los pacientes que sin la resolución del enfado relacionado con las heridas
del pasado es improbable que terminen sus tentaciones o comportamientos
homosexuales.
A los pacientes se les da la opción
de perdonar en tres niveles: el cognitivo, en el cual se toma la decisión de
perdonar aunque el individuo no sienta ganas de hacerlo; el emocional, en el
cual se llega a comprender a aquellos que han causado las heridas y en
consecuencia el paciente siente ganas de perdonar; y el espiritual, cuando la
persona ha sido herida tan profundamente que de hecho no puede perdonar por
sí misma.
Al principio del proceso del
perdón, la persona intenta imaginarse a sí misma durante un episodio doloroso
del pasado y toma la decisión de abandonar su enfado hacia quien le causó el
dolor. Al mismo tiempo se esfuerza por comprender los motivos de esa persona
que le hirió. Este proceso normalmente comienza como un ejercicio intelectual
o cognitivo, como una decisión de perdonar para superar el dolor, aunque
emocionalmente no se tenga ninguna inclinación de perdonar. Con frecuencia,
se gasta una cantidad considerable de tiempo y energías en este nivel del
perdón antes de que el paciente sienta verdaderas ganas de perdonar.
A menudo, el ejercicio de perdonar
se recomienda para las relaciones en las que la persona no tiene conocimiento
consciente, o lo tiene muy limitadamente, de la presencia del enojo. Si la
historia del paciente parece indicar que éste es el caso, se le pide que
intente perdonar cada día a diferentes miembros de la familia o a amigos por
las diferentes ocasiones a lo largo de su vida en que puedan no haber
respondido a su necesidad de ser aceptado, amado, animado o abrazado.
Este ejercicio produce a menudo un
alivio emocional inmediato. Sin embargo, algunos descubren que se pasan
semanas, meses e incluso años pensando en ellos mismos como niños o
adolescentes perdonando a otros por rechazos específicos.
Los ejercicios de perdón liberan a
aquellos que sufren tentaciones homosexuales del sutil control que ejercen
sobre ellos ciertas personas del pasado, les ayuda a olvidar las experiencias
dolorosas, acelera la resolución de la tristeza y de la soledad, mejora la
autoestima a medida que disminuye el enfado, reduce el sentimiento de
culpabilidad, produce un alivio de la ansiedad cuando desaparece el enfado,
mejora la capacidad para confiar, produce más compasión hacia los que
causaron las heridas y contribuye a una mayor aceptación del pasado.
A medida que se comprende mejor a
los que causaron el dolor, se desarrolla la percepción de que el
comportamiento de muchas personas puede atribuirse a sus heridas emocionales,
de que las personas que estaban cerca de uno lo han amado tanto como sus
capacidades de amar se las permitieron y que muy raramente el dolor fue
infligido deliberadamente.
Con todo, el resentimiento más
fuerte y el que he visto más frecuentemente es el de aquellos que fueron
víctimas del rechazo y del ridículo, a quienes se les convirtió en chivo
expiatorio, usualmente por no ser buenos en los deportes. Las víctimas de tal
ridículo a menudo reaccionan desarrollando un intenso enfado consigo mismas,
así como violentas fantasías de venganza e, incluso, impulsos asesinos. Yo no
he tratado nunca a nadie que llevara a la práctica este último tipo de furia;
sin embargo, en la actual cultura de violencia, las inhibiciones ante el
desahogo de impulsos hostiles han disminuido y algunos adolescentes llevan
armas de fuego a la escuela e incluso han disparado a quienes les
atormentaban.
Para quienes albergan impulsos violentos
como resultado de haber sido chivos expiatorios, la resolución de su profundo
resentimiento puede facilitarse mediante un proceso que empieza con la
expresión física de su enfado en formas que no dañen a nadie, por ejemplo,
dando puñetazos a un saco de boxeo, rompiendo objetos de poco valor o
mediante ejercicios arduos y enérgicos (si no son dañinos para su salud).
Esto debe seguirse inmediatamente de ejercicios de perdón intelectual y
espiritual que ayuden a la persona a renunciar a sus deseos de venganza.
Muchos hombres que se sintieron
emocionalmente abandonados por sus padres y que cayeron en la práctica
homosexual inconscientemente buscando llenar ese vacío de amor paterno,
tienen, al principio, una gran dificultad para perdonar a sus padres. Pero si
llegan a comprender cómo fue la infancia que tuvieron sus padres y se dan
cuenta de que sus modelos de conducta también fueron a menudo emocionalmente
distantes, crece en ellos la capacidad de sentir compasión por sus padres.
Uno puede entonces llegar a entender que su padre le amó tanto como pudo y
empieza a sentir verdaderos deseos de perdonarle. Sin embargo, los que fueron
abandonados por sus padres, normalmente empiezan a experimentar un alivio de
su furia mediante ejercicios de perdón espiritual.
Algunos se dan cuenta de que el
perdón les llevará a considerar la dolorosa realidad de las decepciones en
muchas relaciones y no se atreven a perdonar hasta que se les asegura que
habrá un amor que les sostendrá, les confortará y les aliviará del dolor que
les produce el perdonar.
3. Curación de la herida producida
por el rechazo por causa de la poca habilidad deportiva
En los niveles iniciales del
tratamiento, los que tienen esta dolorosa herida a menudo sienten tanta furia
hacia los que les rechazaron que se ven incapaces de perdonar. En un intento
por resolver este enfado, Lou, víctima del ridículo por parte de sus hermanos
y compañeros a causa de su poca habilidad deportiva tuvo un largo proceso de
buscar el perdón. A medida que su enfado disminuyó, creció la comprensión de
Lou hacia los que le habían atormentado, los cuales le tenían envidia por su
superior inteligencia debido a que eran a su vez inseguros y provenían de
familias con problemas. Ese entendimiento más tarde le permitió sentir compasión
hacia ellos y luego le llevó también a querer intentar perdonarlos. Los
hallazgos preliminares sobre el resentimiento de Lou fueron esenciales en las
etapas iniciales de su recuperación. Luego necesitó curar las heridas
producidas por el rechazo de sus compañeros, así como la soledad y la
inseguridad masculina. La curación de Lou duró varios años.
En los últimos 20 años, he visto un
gran número de hombres solteros y casados, que habían sido rechazados en su
infancia y en su adolescencia, librarse de su dolor y de su conducta
homosexual. En su camino hacia la curación, la mayoría experimentan períodos
de fuerte desánimo, recaídas, intenso enfado e, incluso, desesperanza. Sin
embargo, con la perseverancia se acaban por resolver las heridas emocionales
y la homosexualidad.
4. Curación de la herida paterna,
así como de la tristeza, la inseguridad y el miedo
La soledad y la falta de afirmación
en la relación paterna es la segunda causa más común de la homosexualidad.
Para estar psicológicamente sanos, los niños necesitan experimentar un chorro
de amor y ánimo de sus padres. Cuando esto no ocurre, desarrollan una
tristeza e inseguridad interior. Esto último ocurre porque los niños
idealizan a los padres y si sus necesidades emocionales básicas no son
satisfechas, entonces tienden a creer que algo anda mal con ellos mismos.
La herida de la inseguridad es
particularmente dolorosa en los varones, porque no reciben la valoración
necesaria por parte de la persona que debe constituir su modelo de conducta.
La herida paterna es muy prevalente, particularmente hoy en día con el
colapso de la familia.
La mayoría de los varones cuyos
padres han sido emocionalemente distantes no experimentan inclinaciones
homosexuales. Esto se debe a que su identidad masculina ha sido valorada
mediante la aceptación de sus compañeros. Sin embargo, aún en esas
condiciones, algunos hombres experimentan fuertes inclinaciones homosexuales
en un intento inconsciente de llenar el vacío que ha dejado un padre
iracundo, ausente o negativo.
Muchos hombres se involucran en una
conducta homosexual altamente promiscua en un intento inconsciente frustrado
de satisfacer el ansia de amor paterno que no experimentaron durante su
infancia y adolescencia. En un esfuerzo por ayudar a estos hombres, algunos terapistas
sugieren que el adulto intente curar al niño herido que hay dentro de ellos,
amándole más. Pero este enfoque no produce un alivio emocional permanente
porque el niño que hay dentro ansía el amor de un padre, no un amor propio, y
el adulto en que se ha convertido no estaba presente en los momentos en que
el niño deseaba ser aceptado y amado por su padre. La única respuesta es el
perdón y el amor. Que perdonen esas huellas que sus padres dejaron en el
pasado y respondan amando ellos sin la intervención de la sexualidad.
5. Curación de la herida materna,
así como de la tristeza, la desconfianza y la inseguridad
Las heridas en la infancia y en la
adolescencia provocadas por madres que eran poco afectuosas, distantes,
enfadadas, insensibles, egoístas, controladoras, excesivamente dependientes,
emocionalmente enfermas o adictas, llevan a la homosexualidad. Después de
reconocer esas heridas y empezar el proceso del perdón, el siguiente paso es
consolidar una nueva base para confiar en las mujeres, reforzar la
autoconfianza y curar la homosexualidad.
6. Curación de los desórdenes
adictivos
El alcohol, las drogas y las
adicciones sexuales a menudo convergen en los que practican la
homosexualidad.
Para aquellos que son
verdaderamente adictos sexuales, los primeros pasos del tratamiento tratan de
facilitar que acepten su adicción, que abandonen su impotencia para curarse
por ellos mismos y que participen en un grupo de adicción sexual basado en
los Doce Pasos, como por ejemplo el grupo Sexaholics Anonymous. También puede
ayudar enormemente la participación semanal en grupos de recuperación para
personas con problemas de homosexualidad, tales como Courage ("Coraje),
Homosexual Anonymous o Harvest ("Cosecha").
Los que sienten demasiada vergüenza
asistiendo a esos grupos pueden obtener los nombres de las personas que ya
han avanzado en su recuperación y que pueden actuar de auspiciadores. De esta
manera, si se ven ante una gran tentación, pueden acudir a estos auspiciadores
en busca de apoyo y ánimo.
Aunque los grupos de adicción
basados en los Doce Pasos ayudan bastante, en mi experiencia clínica he
observado que el comportamiento adictivo no se controla del todo hasta que
las heridas emocionales que hay en el fondo no se curan.
7. Curación del narcisismo o
egoísmo
El narcisismo es un desorden muy
poderoso que alimenta el comportamiento homosexual de mucha gente. Esta
debilidad personal no se supera fácilmente porque se teme abandonar una vida
de hedonismo (búsqueda del placer), caracterizada también por la irresponsabilidad
y el descontrol. El narcisismo es el desorden clínico más directamente
responsable del fracaso en la curación de la homosexualidad. Muchos comienzan
una curación y acaban cayendo en una vida de placer superficial y hedonista.
Si los que padecen este desorden
quieren recuperarse de verdad, necesitan comprometerse con un plan de vida
bien disciplinado y terminar con las amistades que no son sanas.
8. Curación del excesivo sentido de
responsabilidad
La conducta homosexual anónima de
Jim se desarrolló como un intento de evadir las presiones y exigencias
excesivas de su vida personal y profesional. Aprendió a no poner de primero
en su vida el trabajo, e intentaba fortalecer una amorosa amistad con su
esposa. El tomar estos pasos le quitó a Jim el agotamiento y el vacío
interior que sentía, y le permitieron a él y a su esposa disfrutar juntos
realmente de su vida de casados.
9. Curación de los traumas sexuales
de la infancia
Los varones que se sienten confusos
con respecto a su identidad sexual, como resultado de los maltratos sexuales
sufridos en su infancia, usualmente albergan impulsos violentos inconscientes
contra los que los maltrataron. Los recuerdos específicos de maltratos pueden
atormentar mucho y crear mucha confusión; pero se debe procurar que curen
esas memorias.
La confusión sobre la identidad
disminuye a medida que el dolor emocional severo en torno al trauma
experimentado también disminuye. La identidad masculina se fortalece al darse
cuenta de dones masculinos que se poseen, identificándose con las cualidades
positivas del padre de uno o de otros familiares varones.
Conclusión
Existe una necesidad urgente de
examinar la verdad acerca de la homosexualidad, tanto desde el punto de vista
moral como psicológico. Necesitamos ahora más que nunca tener la valentía de
mirar la verdad cara a cara y de llamar las cosas por su nombre, sin dejarse
llevar por la conveniencia o por la tentación del autoengaño.
Psicológicamente, las atracciones y
los actos homosexuales vienen de heridas emocionales muy específicas y de
conflictos en la infancia, la adolescencia y la vida adulta. Estas heridas no
han sido plena y claramente identificadas en el pasado por los profesionales
de la salud mental ni han sido curadas en la mayoría de los casos. Las
razones de este fracaso son que el campo de la salud mental está aún en etapa
de desarrollo y no ha entendido ni incorporado el perdón como remedio al
enfado tan significativo en estas personas, para resolver la tristeza, la
desconfianza, la baja autoestima y el comportamiento adictivo.
Fuentes: Richard P. Fitzgibbons,
Médico Psiquiatra, "Los orígenes y curación de atracciones y
comportamiento homosexuales," Digesto Familiar, publicada por el
Instituto de Ciencias Familiares (CENAPLANF)
Vida Humana Internacional
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